domingo, 26 de abril de 2020

EL MEJOR REGALO DE NUESTRA VIDA

Hoy, ya puedo decir que Leo ha decidido dejar de tomar teta. Tres años y medio. ¿Y qué más da si el tiempo no existe más que en nuestra mente, como dicen?

Ser madre me ha hecho ver la vida con otras gafas: más amorosa, más empática, más cálida. Y sí, el aprendizaje es mío pero tú, hijo mío, has sido mi guía.


Me has regalado tantas lecciones en tus actos, que me emociono con solo mirarte. Tan pequeñito y tan lleno de sabiduría. Estos locos bajitos...

Y te destetas ahora, cuando ya estaba tu hermano Jon en el mundo y yo (qué ingenua, de nuevo me enseñas a vivir en el aquí y ahora) me preocupaba, anticipándome, por no saber lo que me esperaba.

Las semanas previas a tu destete definitivo, todo eran enfados. Y papá y yo no entendíamos qué pasaba. Querías teta ya y ahora. La pedías insistente y autoritario, como nunca lo habías hecho. Después de unos días, yo hallé en tus ojos la respuesta y te intentaba acunar como a un bebé, tal y como me pedías, recordándote que mamá estaba ahí y lo iba a estar siempre, más allá  de este plano físico que hoy nos une.

Has sabido, dentro de lo que ello implica, compartir con tu hermano tu alimento. En solo varios meses has sabido esperar aunque te doliera y lo mostraras. Alguna que otra noche, dolorosa para mí, te dormiste sin el pecho, pues tu hermano me reclamaba y el sueño ganaba (ahí estaba papá para mecerte y reconfortarte, menos mal).

Nuestra lactancia comenzó siendo muy difícil, pero ambos superamos todas las pruebas (mientras escribo esto, duermes a mi lado y te oigo respirar y te veo tan grande, tan bonito, tan noble).

Recuerdo a los ocho meses sufrir una huelga de lactancia que me dejó descolocada, pues no estaba preparada para ello tan pronto. Fue una falsa alarma que me hizo valorar completamente el regalo tan bonito que me estabas haciendo.

Y ese regalo se mantuvo estable hasta que me quedé embarazada y vi que la sensibilidad que sentía en mi cuerpo no era compatible con dar de mamar. Tú te negabas a no hacerlo y, entonces, llegamos a un pacto: tomarías teta hasta que, en esa toma, mamá sintiera dolor. Para compensar, habría después una gran sesión de besos, cuentos y abrazos. Y así, del llanto que no podía consolar y de tus '¿por qué, mami?',  pasamos a la aceptación.


Yo tuve momentos de querer dejarlo, pero no te veía preparado. Así que consideré que este proceso lo llevaríamos a medias los dos, yo tampoco me veía preparada. Después de las dificultades iniciales y de los momentos tan tiernos contigo al pecho, de tantas y tantas mañanas mamando y tardes y noches, no quería finalizar esta etapa sin consenso. Tú me mostrarías el camino.

La mañana que viniste al hospital a verme y a conocer a Jon, me pediste teta. Yo te di. En esas gotas de leche también iban las lágrimas que me iba aguantando, al ver que ya no ibas a tenerme a libre demanda. Ya no eras tú. Había que multiplicarse y sumar. Qué difícil ha sido a veces. Qué reconfortante veros juntos, uno en cada teta. Como la loba que alimenta a su prole sin miedo ninguno, viviendo en el más absoluto presente.


Gracias, hijo. Gracias siempre por elegirme. Por elegirnos. Por enseñarme que, en la vida, hay que improvisar y jugar. Por quererme en el peor de mis días, por llenar mi mente de frases bonitas y regar mi corazón con dulces miradas.

Una etapa hemos cerrado. Después de unos días sin pedirme teta a finales de enero, yo caí en que algo pasaba. Me decías muy a menudo 'mamá, te quiero', 'guapa', 'necesito un abrazo'.

A primeros de febrero, después de días sin mamar, me pediste que te acunara como a un bebé y te dormiste en mis brazos. Te dormiste mirándome a los ojos y, por un instante, me transporté a tantos momentos que habíamos vivido en esa postura: tú en mi pecho, mirándonos con amor y cercanía. Era una despedida. Así lo intuí. Hubiera alargado ese momento una eternidad. Pero ahora yo también lo acepté.

Como recuerdo, hoy que es mi cumpleaños, me hago este regalo...


"La lactancia materna es mucho más que comida. Es una forma de relación física y afectiva, es contacto frente a la soledad, consuelo frente a la tristeza, seguridad para descubrir el mundo, anestesia para el dolor..."
Carlos González.


Esta entrada fue escrita el 8 de marzo de 2019. Y, de nuevo, Leo me ha seguido enseñando. La teta no acabó, hemos seguido en tándem hasta hace unas semanas. Estamos a abril de 2020, Leo va a cumplir 5 años y esta entrada ha estado guardada todo este tiempo.


Es verdad que las tomas eran muy esporádicas pero también generaban algunos conflictos entre Jon y él. A los dos días de decretarse el estado de alarma, te operaron de peritonitis y, tras días ingresado con papá en el hospital, llegasteis a casa. Esos dos días siguientes fueron intensos: había rabia acumulada, tensión, reproches...Yo no había podido estar contigo en el hospital, pues nos aconsejaron que solo uno se quedara y no turnarnos. Tú aún preguntas, porque no comprendes que yo no fuera... 

Lo primero que me pediste fue teta. Y a mí me apeteció mucho hacerlo, para acogerte de nuevo en mis brazos y mirarte muy cerca.

Ilustración de Alba González, de 
nuestro cuento Madre Tierra.

Después de varios días, entendí que la lactancia en tándem había llegado a su fin, porque yo estoy preparada para hacerlo y tú lo entiendes. Siento que esta etapa la puedo cerrar y lo hago desde el amor más absoluto. Porque abrazos, besos y caricias, te daré mientras viva.

Cómo sonrío al recordar ahora lo que siempre le dices a Jon: 'toma mucha teta para que te pongas tan grande como yo'. ¿Es o no maravilloso?

No quería terminar sin dar las gracias al otro hombre de mi vida. Al que me sostiene y levanta. Aquel que más apostó (y ayudó) porque esa lactancia fuera posible. Gracias, amor.




viernes, 25 de octubre de 2019

JON CUMPLE UN AÑO

¡Buenas noches!

Son ahora mismo las 0:13 y hace exactamente un año Marcos y yo íbamos camino del hospital donde, horas más tarde, nacería Jon, nuestro segundo hijo.


Esta semana la he dedicado a recordar, vivenciar y sanar. Me parece mentira que el tiempo pase tan rápido, la vida se nos escapa entre los dedos y esto, a menudo, me asusta.

Ha sido un año intenso y de gran aprendizaje. Recuerdo que el día de antes del parto, yo empecé a notarme más cansada y a sentir contracciones muy leves y esporádicas. Jon nos estaba diciendo que estaba preparándose para nacer.

Esa misma tarde tenía muchas ganas de dulce, pues mi cuerpo sabía que necesitaba calorías para el esfuerzo que se le venía. El cuerpo, siempre, tan sabio...

Y después de esa merienda, Leo y yo nos acostamos en el sofá para descansar. Yo que no suelo dormir la siesta, ese día la dormí junto a él, muy pegaditos y abrazados. Fue una siesta tan reparadora que sentí haberme trasportado a otro mundo. Jamás olvidaré nuestra última siesta juntos, pues las demás ya serían compartidas. Benditas las de antes y las de ahora.

Por la noche, conforme se acercaba la madrugada las 'olas uterinas', como me había recordado Carmen María en nuestras sesiones de Método Naces, eran más profundas. Yo me puse un rato en la pelota de pilates, pero Yuna y Leo solo querían estar pegados a mí y yo necesitaba estar sola, concentrada y con espacio.


Este hecho fue determinante para no esperar más en casa y decidimos ir al hospital. A mí me costaba casi andar ya, sentía frío y calor...

Mi madre se quedó en casa con Leo, al que dejé llorando en la puerta y con una sensación de felicidad y expectación. Esa noche se durmió muy tarde y en el sofá, me contó más tarde mi madre.

Yo me sentía muy rara y no me veía con fuerzas para ir a Torrevieja, lugar que barajábamos para ingresar. Fui, finalmente, al hospital que me correspondía, el más cercano, sin miedo ni incertidumbres, pues Marcos y yo sabíamos que decidiríamos el hospital en el último momento, según el pálpito y esa decisión iba a ser la adecuada.

Llegué de 7 centímetros de dilatación y nos quedamos allí. Nada más entrar por urgencias, comencé a practicar h'oponopono, esa herramienta que, a lo largo de mi vida, está tan presente y que tanto me ayudó en el parto de Leo.

Recordé las mariposas de oxitocina, las palabras que me dedicaron mis amigas unas semanas antes en una ceremonia muy íntima y maravillosa, charlé con Marcos y nos reímos de anécdotas que íbamos recordando.

Conocí a la matrona y, mirando sus ojos, le hablé con respeto y sinceridad. Le conté por encima mi experiencia en el primer parto, lo que deseaba, mis miedos y comprendí que, esta vez, sería diferente. Eva, la matrona, me acompañó desde la distancia, hablando muy bajito y bajando las luces. Nos dejaron solos mucho rato, me dieron autonomía para hacer y respetaron nuestras preferencias.

Mi única espinita viene en el último momento, con un cambio de turno y una enfermera que intentó realizarme la maniobra de kristeller. La matrona le pidió que me dejara, pero su intervención me ocasionó un pequeño desgarro, que se podía haber evitado. Lo que más me dolió no fue en sí esto, sino lo que me dijo: "venga, te ayudaré, que no sabes empujar".


Yo, que había pasado parte de la dilatación en casa y que me encontraba muy bien anímicamente para seguir, incluso con el esguince de mi tobillo izquierdo aún sin curar. No quedaba nada, yo sentía perfectamente cómo Jon descendía...Hoy por hoy no dejaría que me pusiera una mano encima pero, en ese momento, cualquier mujer es tan vulnerable y está en otro mundo que yo sentí que todo ocurría muy deprisa y solo me dio tiempo a decirle que YO SÍ PODÍA.

YO PUEDO. YO SÉ. MI BEBÉ SABE.

Marcos cogió con sus brazos a Jon en el último momento y a las 8,30 de la mañana, el mismo día que cumplía la semana 40 vino al mundo mi segundo hijo, el que ha puesto patas arriba mi vida y me ha enseñado, como gran maestro que es, a vivir más en el presente, a disfrutar del apego sin límites.

La lactancia se instauró sin problemas, ¡más de una hora estuvo mamando nada más nacer!. Una ya no es tan novata en esto de la lactancia, pues aún seguimos en tándem (o eso creo), pero las primeras semanas, hasta que se regula producción y demanda, son muy intensas.

Mi recuperación fue espectacular, me sentía tan fuerte y feliz, que eso me ayudó en los primeros meses con Leo y la llegada de Jon. Mentiría si dijese que todo ha sido un camino de rosas, pero ahora sí puedo decir que los primeros roces ya no lo son tanto, que nosotros sabemos llevar mejor los momentos de presencia de ambos y que este puerperio me está transformando a muchísimos niveles.


Jon es ahora cuando puede dormir en algún lugar que no sean mis brazos. A mí me encanta que lo haga pero reconozco que estos meses han sido muy largos, cuando los dos querían que yo los acunara y no podía ser.

Gracias, papá, por estar siempre ahí, por ser un compañero de verdad y allanar el camino. Sé que para ti también ha sido difícil en muchos momentos pero siempre te siento cerca. Te adoro.

Leo, Jon, GRACIAS. Por ser mis maestros, la calidez y armonía que necesito. Las dos razones por las que mi mundo y mis ideas se tambalean en muchas ocasiones, porque pretendo ser la mejor madre para vosotros. Gracias por elegirme, por despertarme siempre porque así os miro y os sonrío y por llamarme para sentir esa palabra tan hermosa: MAMÁ.


¡Os amo!

miércoles, 5 de julio de 2017

ESPACIO ALTERNATIVO PARA JÓVENES, ¿POR QUÉ?

¡Hola!

Hace unas semanas compartía este cartel entre mis contactos y redes sociales:


El Jardín de las Mariposas, espacio educativo que ha abierto sus alas hace muy poco, me va a permitir ofrecer estos encuentros (en principio, semanales), con el fin de que los chicos de entre 12 y 18 años tengan un lugar donde reunirse y charlar.

Lo llamo alternativo porque, aunque he propuesto temas que considero interesantes por lo que veo en mi día a día en el instituto, no hay nada cerrado ni obligatorio. Los protagonistas de ese momento son ellos, los jóvenes, los que dan sentido a lo que hago.

En estos 10 años de profesión, he dado clase a chicos de entre 12 y 18 años (alguno he tenido de 20, la verdad). Mi visión actual es muy diferente a la que tenía cuando empecé, pues creo que me ha ayudado estar en continua formación pero, sobre todo, en esa 'revolución personal' que cada uno inicia en su vida.


La mía comenzó con más fuerza el curso (yo ya no hablo de años, sino de cursos, ;P) 2011-2012. Como he comentado muchas veces, ese tiempo hice casi un máster emocional: me planteé dejar la enseñanza porque, a veces, todo me quedaba grande y todas mis creencias se tambalearon y me empecé a cuestionar.

Di con un grupo de 2º ESO, estigmatizado y apartado casi de todo. Yo tenía miedo de ir a clase, no conseguía dormir y normas o castigos absurdos, además del libro de amonestaciones, rondaban todo el día mi cabeza, pero mi corazón sentía otras cosas.

Era un grupo de unos 10 niños con carencias familiares, dificultades para relacionarse, de aprendizaje (según el sistema educativo que nos regía) y muchos otros más graves y tristes que no me gustaría facilitar. 


En mis primeros días temí por mi integridad y mi paciencia se esfumaba rápidamente. 'Así, esto estallará tarde o temprano como un bomba', me decía. Pero no sabía qué hacer, cómo decirles que yo estaba allí para confiar en ellos de manera incondicional y para respetarles, al igual (he de decirlo) que muchos otros compañeros.

Tiempo. Sólo necesitaba eso. Y cercanía, diversión, mirarles profundamente no a la cara, sino al corazón. Sois importantes para mí, pues la vida me ha regalado vuestra presencia y, por ello, os doy las gracias. Empecé a practicar h'oponopono cada vez más, diariamente. Desde entonces, es una herramienta que he integrado en mí y que me gusta mostrar a otros niños.

 

Todavía recuerdo sus caras, sus ansías por tener un hueco y porque pedían a gritos ser queridos. Nunca les he olvidado y no hay día o circunstancia que no me haga recordar sus expresiones. Eran ya adolescentes, pero sus risas y deseos de niños todavía estaban presentes.

Desde ese momento, tuve claro que en mi forma de entender la educación no tenían cabida los libros de amonestaciones ni castigos. Yo iba a educar desde el corazón. Esta es la forma que me sale cuando hablo de lo que hice ese año. Y los niños, cuando les muestras tus sentimientos y respeto, nunca te traicionan, sino que se relajan (no están en modo 'supervivencia') y se dejan llevar.


Al cabo de unos meses, pude empezar a ver con ellos teoría. Eran clases muy dinámicas, lo necesitaban: visitas a la biblioteca, al patio, decorar la clase y hablar mucho. Yo me mantenía en un segundo plano, observando. Debatíamos y charlábamos de sus intereses e ideas de futuro, de cómo entendían su mundo, de cómo eran ellos y la familia a la que pertenecían, sus amigos, etcétera.

Se fueron mis dudas, mis noches sin dormir preguntándome '¿CÓMO LO HAGO?'. Y acabó el curso. Todos llorando; yo, la primera. No les he vuelto a ver, pero les recuerdo perfectamente. Por edad, ya estarán en ese umbral en el que uno pasa a otra etapa y sólo espero que les vaya bien, que sean FELICES, hagan lo que hagan. ¡Gracias, de nuevo, mis niños!

Y este es mi pequeño homenaje a todos esos alumnos que la vida nos pone frente a frente y que nos hacen tambalear nuestro mundo, que nos enseñan más de lo que ellos imaginan.

Por eso, creo necesario un espacio donde, después del entorno escolar, los chicos puedan reunirse y ser acompañados de manera respetuosa y a través de la escucha y aceptación. Todos tienen cabida. Y puede crearse un grupo muy bonico, que perdure más allá del verano.

En esta estación, se ven muchas ofertas de Escuelas de Verano hasta 12 años. Y los de 13, 15 o 17 años, ¿qué? ¿dónde se reúnen? No es una crítica, sino una apreciación que me hizo darle forma con más ganas.

No sé si estos encuentros llegarán a producirse, si es el momento o vendrá más adelante. Mi ilusión es enorme pero he aprendido a ser paciente.

Como los chicos pasan muchas horas en la escuela y cada vez hay más casos de fracaso escolar (podemos ver las causas más profundas), estrés, conflictos, nervios o apatía, esta es mi primera propuesta:


La escuela con la que yo sueño es cada día más posible si pongo todo el corazón en lo que hago. Y tú, seas docente o alumno ¿cómo es la escuela con la que sueñas?

Un abrazo.

**Para más información sobre estos encuentros, puedes llamar al 635 297 301 o escribir al correo info@jardinmariposas.com. También puedes seguir el espacio a través de facebook o su blog. A mí también puedes escribirme, si te apetece. El primero de ellos es el día 8 de julio.

❤❤❤

jueves, 20 de abril de 2017

NUESTRA EXPERIENCIA EN EL 'ABRAZO DE AGAPITO'

Buenas tardes, verdes míos:

Si me descuido, pasa otro año desde que escribí en el blog por última vez. ¡Cómo voy a darle más vida a este espacio, con esa constancia! Pero es que no tengo casi tiempo de usar el ordenador, sólo lo imprescindible. Con dos perros y un peque que necesita atención, más la casa, el trabajo y unos cuantos proyectos o ideas con las que ocupo el tiempo libre que tengo, no me quedan fuerzas casi de encender el ordenador. Estoy segura de que, con el paso de los meses, podré recuperar ciertas costumbres.

También, otro de los motivos, es que no queremos que Leo nos vea todo el día en el mundo virtual, sino que queremos estar presentes y, por tanto, lo usamos por trabajo o si es inevitable. Esto lo estamos haciendo también extensible al uso del móvil y la televisión; y oye, aunque te digan lo contrario, ¡se puede!.


Hoy he terminado la sustitución en el centro educativo donde he estado desde octubre. Era un centro conocido y la verdad que he estado de maravilla, me ha dado energía y, aunque eran poquitas horas, ese ratillo me ha ayudado a desconectar 'un poco solo' de mi papel de madre y recuperar otras facetas que me gustan y es el de ir a clase (ya darla, lo dudo a veces, que parece que me enseñan más mis alumnos a mí, que yo a ellos. Estoy segura.)

El caso es que todo este tiempo, Leo ha ido a una casita muy amorosa, llena de luz y de buenas vibraciones. No queríamos ludotecas ni guarderías, pues no nos gustó la experiencia que tuvimos en la guardería municipal, una vez que me incorporé tras mi excedencia el curso pasado. Fueron unos poquitos meses, pero suficientes.


'El Abrazo de Agapito' abrió sus puertas a la misma vez que Leo empezó. Mi hijo, por aquel entonces no andaba y ya era motivo de preocupación para la familia (no para nosotros), pues ya tenía casi 19 meses. Como en casa, en este hogar se le ha dejado libertad de movimiento e, increíblemente, a los pocos días ya empezó a soltarse y, ahora, aunque es su esencia ser un niño tranquilo e ir con paso seguro, le encanta trepar y corretear.


Nos decidimos por 'El Abrazo', como le decimos en casa, por muchos motivos, aunque he de reconocer que por la zona de Cartagena hay proyectos muy interesantes y que no nos disgustaron en absoluto pero hubo mucha conexión entre las dos acompañantes, Sandra y Victoria, con nosotros y su visión del proyecto, esa naturalidad, sencillez y el esperar que las cosas surjan sin forzar, algo que demuestra su propia humildad y confianza.

De 'El Abrazo' nos ha gustado su flexibilidad con los horarios de apertura o, incluso, de imprevistos. Siempre han estado dispuestas a algunos cambios que nuestro horario ha sufrido por claustros o evaluaciones. La atención hacia Leo ha sido la más amorosa del mundo y yo, que soy de fijarme en muchos detalles, he adorado ver todo este tiempo cómo lo sacaban del coche bien dormidito (a las 8 de la mañana ya estábamos allí), con esa delicadeza, soltando suavemente y muy despacio los tirantes de seguridad de la sillita del coche, cómo lo cogían en sus brazos y cómo junto a ellas se volvía a dormir, después de jugar o desayunar.


También, cómo respetaron nuestra forma de alimentarlo, a demanda y autoregulada por él, desayunando en la cocina como hace en casa, junto a ellas, en su silla y mesita a medida.
Y para mí, qué descanso poder dejarlo en bata y pijama, sin ningún problema, porque vestir a un niño a las 6,30 de la mañana que sólo quiere teta y seguir durmiendo, es difícil.

Me ha fascinado ver cómo le dejaban SER, CRECER, REIR, DISFRUTAR, VIVIR, SOÑAR. Leo ha jugado con sus gallinas como si estas fueran Otto o Yuna, con la tierra, con los cuentos, con los cuencos, juegos y el agua.


Este proyecto ha sido para nosotros una prolongación de lo que puede hacer en casa, con unas bonitas figuras de referencia tras una preciosa y cuidada adaptación.


Además, por mi parte, he conocido a dos mujeres que me han aportado más sabiduría a mi vida: su confianza hacia mí, sus consejos, escuchas...

'El Abrazo' es un espacio libre y familiar, que bebe de influencias pedagógicas muy enriquecedoras para nosotros. Desde el minuto uno, nos abrieron las puertas de su casa y nos sentimos muy  acogidos y adaptados a esa energía que corría palpitante.

Pero sobre todo, 'El Abrazo' es una semilla regada por dos grandes mamás. El proyecto es lo que es por las personas que lo forman. Yo tenía muy claro que no necesitaba grandes lujos ni superficialidad, sino ver el corazón en todo lo que se hacía. Quería que mi hijo fuese querido y respetado. ¡Y vaya si lo ha sido! Esto, no hay dinero que lo pague. Eternamente, GRACIAS. Habéis sido un regalo infinito, pues esa 'semilla' perdurará en mi hijo toda su vida.




Que un hijo esté bien siempre es importante para su salud emocional y psíquica, pero también para los padres que deben incorporarse al trabajo y lo hacen con un gran bienestar, dentro de lo que se pierden. No ha habido mayor satisfacción para mí saber que si lloraba, estaría arropado y si algún descubrimiento aparecía en esos momentos para él, estarían ahí para acompañar.

Podré parecer exagerada, pero el año pasado nos resultó complicado. Me incorporé ya en el segundo trimestre, con un horario nefasto y Leo no se adaptó a la guardería municipal. Su padre y yo, tampoco. Reconozco que la cuidadora que estuvo con él esos meses era un encanto, pero hacía lo que podía con tantos bebés a su cargo.




En ese momento, era lo que teníamos a mano y no pudimos recurrir a otro espacio. Menos mal que a mitad de la mañana, mami iba a darle teta y él alargaba mi estancia allí, mamando de los dos pechos, rutina que nunca hacía en casa. Ese ratito de estar juntos era nuestra medicina.

Sí puedo agradecer que me dejaran permanecer con él el tiempo que quisiera siempre que iba. Yo creo que su cuidadora que, como yo, había sido madre hacía relativamente poco, me entendía.

Desde aquí me gustaría lanzar un deseo al viento y es que amemos y cuidemos a los niños como diamantes, como flores que pronto florecerán, como semillitas que brotarán. Que les dejemos expresarse, conocer mundo, explorar, tocar la tierra, jugar con agua, mancharse, ensuciarse, alborotar, descansar...ese 'dejar ser' nos enseñará también a nosotros y nos acercará más a ese niño que fuimos un día y aún somos. ¡Qué gratificante es saludar a tu niño interior, sabiendo que todo está en paz y en calma!.


“Pasamos el primer año de la vida de un niño enseñándole a caminar y a hablar, y el resto de su vida a guardar silencio y sentarse. Algo no funciona bien.” 
Neil Degrasse Tyson

Gracias, Victoria. Gracias, Sandra. Gracias, Agapito. Mucha suerte allá donde el proyecto vaya, os seguiremos muy cerca siempre.

Yasmina, Marcos y Leo.

martes, 24 de mayo de 2016

'MAMI, SI TODO VA A SALIR BIEN'

Lo sé. No tengo remedio. Intento organizarme con los blogs pero, a veces, no lo consigo. Recuerdo que casi un año después de mi última entrada en este blog, falleció mi abuelo. Ha sido duro para mí, pues estábamos muy unidos. Al poco de esto, me enteré que estaba embarazada. Realmente, me lo dijeron mis perros, con sus caricias constantes a mi barriga y su manera de olerla, algo inusual en ellos hasta entonces. Era un niño deseado: no buscado, sino encontrado, como me gusta decir.

Desde entonces a ahora, el blog ha estado inactivo. Y hoy, lo reanudo, al menos, para celebrar que Leo cumple su primer año. Me gustaría relatar momentos vividos durante el parto, postparto y crianza.

Cuando era más joven y pensaba en el día en que sería madre, me embargaba una sensación extraña: me costaba imaginarme pariendo y dando de mamar, pues creía que no sería capaz o me daría vergüenza. Ahora, todo es distinto, pues ese miedo a sacar la mujer profunda que había en mí, no existe.


Los meses de embarazo fueron geniales, encontré un gran equilibrio físico y psíquico y los pasé disfrutando de los pequeños momentos: reuniones con mamás, grupos de lactancia, las clases de pilates, talleres o cursos sobre maternidad, lecturas, hipnoparto, cenas y paseos con Marcos, etc. Él me hizo muy llevadera esta etapa, en la que nos unimos más aún y mis perrijos aprovechaban cuando me tumbaba en el sofá, para subirse y acostarse a mi lado, muy muy pegaditos a mí.

El momento del parto fue como debía ser para que yo aprendiese y siguiera confirmando mis preferencias, pero no con el que había soñado estos meses. Fue un parto vaginal, pero no natural al fin y al cabo. Instrumentalizado con kiwi (una ventosa pequeñita), episiotomía más desgarro (siempre que esta se practica, es frecuente este último), maniobra de kristeller (aunque en nuestro plan de parto no la queríamos por no estar recomendada) y epidural en el último momento. Mi recuerdo no es malo, en absoluto, pues estuve conectada con Marcos y mi bebé en todo momento. Si he de reconocer que no era un escenario tranquilo el elegido: el de un hospital con excesivas luces, estudiantes en prácticas y diferentes matronas por los turnos que iban pasando.

Fue el mío un parto largo e intenso, pues sobrellevé  horas y horas de contracciones. Aunque intervinieran, esas horas supusieron un gran aprendizaje para mí. Él necesitaba su tiempo, pero las prisas de los hospitales, a menudo, lo olvidan.

Todo iba bien, Leo no estaba sufriendo y yo aprendí a entender esos dolores, que me acercaban a él como olas, como una marea que sube pero en seguida encuentra la calma. Carmen María me enviaba al móvil audios para ayudarme a sentir y calmar, Marcos me acercaba el teléfono y con los ojos cerrados los escuchaba. Sentía paz. Lo estaba haciendo bien, ¡yo podía¡. Fuera como fuese, todo estaba bien.


Sé que puedo parir sin epidural, que no la necesito y mi única experiencia es que, una vez puesta, mi cuerpo dejó de sentir. Muchas mamás con las que he hablado me dicen: 'si la epidural es lo mejor, no te duele'. Pero sí, el parto duele, ¡claro que duele! pero no es un dolor malo, sino necesario para acercarte a tu hijo. El dolor, según como se mire, llega a ser un bálsamo cuando es tan intenso. Ocurre en muchas ocasiones, en las que creemos que no podemos más, que vamos a desfallecer que, algo innato en nosotros, nos hace sacar más coraje. Eso me ocurría a mí. Tan sólo un momento creí que no podía más, Marcos me miró y vio que hablaba en serio. No era el dolor, sino una de las matronas del turno (pasé por varios) que me estaba poniendo nerviosa. Conseguí volver a mi mundo y conectar con Leo.

Al final, con prácticas que no deseaba, mi hijo nació bien y sano. He de decir que el equipo que me atendió fue muy amable y atento con nosotros. Jamás olvidaré el momento en que colocaron a Leo en mis brazos y nos miraba con los ojos bien abiertos e intensamente. Lloramos de alegría y nos olvidamos del resto. Desde que entré por urgencias hasta que salí el día que nos dieron el alta, di gracias a todo cuanto nos rodeaba, fuera o no fuera de mi agrado, en un primer momento, pues era importante ser agradecido con el entorno que nos acogía.


Tenía claro que iba a amamantar a mi hijo. Cada madre humana y no humana está preparada para hacerlo y yo me había informado mucho. Sin embargo, tuve problemas para comenzar mi lactancia. En el hospital, Leo no se enganchaba bien y a esto ayudó un biberón que sin nuestro consentimiento le dieron a nuestro hijo. Este hecho que parece irrelevante, hizo que lo dejara durmiendo toda la noche siguiente al parto y no tuviera oportunidad de ponérmelo al pecho.

Nos dieron el alta y esas dos semanas siguientes fueron muy duras en cuanto a la lactancia. Pero yo no me rendí tan fácilmente y me prometí que no lo dejaría de intentar, hasta haber agotado todos mis recursos. Necesitaba tiempo para hacerme con ello y para entender las necesidades de mi hijo. Después de esos quince días de sacaleches, biberones para ayudar, tomas larguísimas y dolorosas, conseguí relactar y, poco a poco, las molestias se calmaron. Me ayudó muchísimo el grupo de lactancia 'Lactancia Madre a Madre' de Fuente Álamo, la asociación 'Siempre Contigo' de Torre Pacheco, Rocío (asesora en lactancia), Mayka (mi preciosa matrona), amigas personales y mi chico, que confiaba en mí y me tranquilizaba.


Aunque pasaron meses hasta que el dolor desapareció, el vínculo que se ha creado entre nosotros, es precioso. Ya va a hacer un año que Leo toma el pecho y puedo confirmar que ha sido la experiencia más intensa y bonita vivida hasta ahora. Creo que la clave ha sido el no escuchar ciertos comentarios y disfrutar de los momentos en que Leo mamaba, sin dudar de mis posibilidades y mi capacidad. Escucharme más y creer en las circunstancias, formar un equipo con mi hijo y nuestra familia.

La lactancia me ayudó a sobrellevar los momentos sensibles del postparto, pues me dio seguridad y subió mi autoestima. Creo que las madres que lactamos estamos en la obligación de ayudar y animar a las demás mamás que solicitan nuestra ayuda. No puede ser que aún haya mujeres que crean que no serán capaces de dar el pecho. Es necesario el empoderamiento de la mujer a todos los niveles, pero al materno, sin duda. No es posible que, creencias de años atrás por intereses económicos (véase la llegada del biberón al mundo empresarial o la leche de fórmula), nos alejen de nuestra sabiduría y feminidad.

No digo que los avances no beneficien, pues hay circunstancias que hacen difícil o imposible la lactancia y la ciencia está ahí, pero me niego a creer que una mujer, como tocada por una varita, ha nacido con la suerte de tener buena y mucha leche y otra, no. Aún hoy escucho muchos comentarios que, como mujer, me duelen.

Un año ya, mi león. Llevo unas semanas recordando momentos cercanos a su nacimiento o embarazo y, a continuación, me embarga una sensación tremenda de paz. Mi intuición me dice que es una manera de sanar, así que disfruto al recordarlos.

Un año de inmensa felicidad y cambios. Aunque no puedo evitar pensar si lo estaré haciendo bien o no, creo que la carita de mi hijo habla por sí sola. Es un niño sensible, alegre, seguro, tranquilo, observador y cariñoso. Le encantan los animales y adora jugar con Otto y Yuna. Come más o menos, según prefiera, sin obligarle, y duerme las veces que quiere o en su carricoche (para las siestas) o con nosotros, pues la cuna la tenemos un poco de adorno, para colocar ropa, entre otras cosas, jeje. Otra experiencia muy tierna, el compartir cama con Leo. Muchas veces pienso: 'si ya se subían a la cama Otto y Yuna alguna vez, ¿cómo no hacerlo con un hijo?'.


Felicidades, mi vida, te deseo que sigas viviendo y creciendo rodeado de amor y paz. Que vivas la vida que elijas, siempre con nuestro apoyo y que luches por tus ideales, por tus sentimientos. Sonríe siempre, que hay motivos para hacerlo.

jueves, 5 de junio de 2014

CONVIVENCIA ECO EN CASAS BLANCAS

Eran las 9:00 horas del día 23 de mayo y los alumnos de 4º ESO A/B del IES Ricardo Ortega y sus tutores, nos disponíamos a subir al autobús que nos llevaría a este caserío, perteneciente a la pedanía de Sucina y que cuenta con una población de unos 80 habitantes.

En este caserío se encuentra una finca ecológica llamada 'La Cesta Verde', apartada del ruido y en un entorno especial, lleno de plantitas y de gente encantadora.

El día nos acompañó, pues hizo un sol espléndido (como a mí me gustan) y la mañana se nos pasó volando. Cuando acabó la jornada, nos montamos en el autobús para volver a casa (por poco no llegamos a tiempo). Nos sentíamos llenos de sabiduría, con una paz interior muy gratificante por el aire puro que habíamos respirado y cansados, a la vez, de tanto jugar y reir, de disfrutar.

Desde aquí, me gustaría agradecer el recibimiento que tuvimos por parte de Susana y las maravillosas personas que nos acompañaron aquella mañana. Los alumnos disfrutaron muchísimo y tanto mi compañero Salva como yo, escuchamos comentarios del tipo: 'yo que pensaba que me aburriría', 'me lo he pasado muy bien', 'nos podíamos haber quedado hasta la tarde'...

No sé qué instituto me acogerá el próximo curso pero, esté donde esté, volveré a visitaros con los alumnos porque hacéis una labor preciosa y las nuevas generaciones deben acercarse de nuevo a la Tierra y a lo que esta nos ofrece.

Aquí un resumen de la convivencia:

¡Por fin hemos llegado!
Entrada de la finca. *
Una vez distribuidos los grupos, comienzan las explicaciones sobre
huertos ecológicos.
Los alumnos atienden y observan las curiosidades que les muestra Susana
sobre bichitos, plantas testigos y detección de plagas.
¡Preguntas y más preguntas!
Mis alumnas Nuria y Lucía con mi compi Salva.
¡Más fotos no, por favor! ;)

Los bichillos que viven en el huerto.
Oliendo las diferentes hierbas aromáticas.
Olor a tierra, a verde, a vida. *
Taller de extracción de semillas. No recuerdo el nombre de esta señora
tan amable pero tenía una energía y ganas de enseñar...
Bodegón de frutas y verduras.*
Miguel y Nuria. Preciosos.
Selección de semillas.
Una idea original para colgar plantitas.
Detalles de la finca.

Con Jack. Clase en inglés de cómo elaborar pan (con
diferentes harinas: integral, de trigo, centeno...)
Además del pan, Susana nos habló de los productos ecológicos y de
algunos alimentos desconocidos para los alumnos como el tempeh.
Momento de relax y almuerzo bajo el 'gran árbol'. *
Tomando un zumo ecológico, ¡qué bien te cuidas, ¿no?!
Atendiendo a las explicaciones del nuevo juego de descubrir a través de
los sentidos qué alimentos ofrecía Susana.*
Los alumnos probaron pan casero, mermeladas con fruta del huerto, hortalizas
ecológicas y tradicionales, etc...*
Junto al maravilloso equipo que nos abrió las puertas de 'La Cesta Verde'.*
El día llegaba a su fin...*
¡Muchas gracias y hasta pronto!
Yo, como me he quedado 'enganchada' al lugar, volveré el 13 de junio al concierto-cena que han preparado en la Casa, así como juegos, actividades y muchas sorpresas.

Si os interesa, podéis apuntaros desde su página de Facebook

* Fotos cedidas por mi compañero Salva Robles.

¡Besitos dulces!

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